Emily en París o la falacia de ser una joven estadounidense en Francia

¿Qué chica no sueña con trabajar en una empresa de lujo en Francia? ¡Pues vamos a cumplir su sueño! Eso pensarían los creadores de Emily en París, explotando todos los tópicos posibles sobre ser estadounidense, ser francés y trabajar en el sector del lujo.

Y este no es el principal problema de la serie, qué va. Es el hecho de que una joven que puede tener 25 años (según la propia actriz, 22) muestre esa confianza en un entorno totalmente desconocido para ella, en otro país donde no conoce el idioma y rodeada de gente más mayor que ella. Pero todo eso no importa, porque pronto se encontrará con que tiene un vecino buenorro viviendo debajo de ella y una nueva amiga que cuida niños en el parque. 

La cosa es que aunque intenta mostrarse cercana, juvenil, fresca y todas esas chorradas, peca justo de lo contrario. Recursos manidos, estereotipos muy marcados, tramas ya vistas y una protagonista insufrible. Porque sí, Emily es un personaje insoportable. Y no solo por sus estilismos, que se merecen un párrafo aparte, sino por esa actitud de no venirse nunca abajo, de ser siempre optimista y, sobre todo, de querer insinuar que todo el mundo puede ser influencer

Cuando la promocionaron llegué a escuchar que pretendía ser la nueva Gossip Girl o Sexo en Nueva York (el creador es el mismo). Gran error. Ni una cosa ni la otra. Ni sexo, ni moda, ni amigas. No señor. Es todo tan light que no merece ni compararse con esas series, más que nada porque la protagonista no tiene o no vive las mismas problemáticas que sus modelos aspiracionales.

En definitiva, que si quieres escaparte un rato de la realidad y sobre todo reírte (o por otro lado indignarte) sus capítulos de media hora cumplen su objetivo. Eso sí, ten en cuenta todos los clichés estadounidenses y franceses (creerse que todo el mundo habla inglés, que lo saben todo sobre todo, que los franceses comen croissants y baguettes y son unos ligones y pretenciosos, etc.), que nadie de esa edad se comporta así en el trabajo y menos aún en un país diferente al suyo, y que su público objetivo son adolescentes de Estados Unidos con aspiraciones de viajar y vivir en Europa.



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