Harry Potter: The Exhibition

¿Qué verdadero fan de Harry Potter no querría ver los objetos reales de las películas en primera persona? Pocos, creo yo. Gracias a la exposición que acoge IFEMA hasta el 2 de abril, los seguidores de la saga mágica podrán sentirse como un alumno más de Hogwarts, recorrer las distintas estancias del Colegio de Magia y Hechicería, la casa de Hagrid o el Bosque Prohibido. Al menos, si las familias con niños te lo permiten... 
Ese es el principal fallo que le vi el día que fui. A principios de enero, en plenas vacaciones navideñas, qué mejor plan, pensarían muchos, que ir a ver Harry Potter: The Exhibition. Desde aquí me gustaría hacer un llamamiento al sentido común y al respeto. Se juntan muchos grupos en un espacio reducido en el que hay mucho que ver. Algunas cosas permiten interactuar con ellas, como las mandrágoras o los aros de Quidditch, así que por favor, no abusar. También me gustaría que pensaran que no están solos en la exposición: hay que ver las cosas, hacer la foto si quieres y avanzar, dejando paso a los demás. GRACIAS.

Y después de mi arrebato contra el mundo, comento lo que contienen las salas. Nada más entrar te encuentras con el Sombrero Seleccionador, que elegirá a unos pocos afortunados para decidir la casa a la que irán. Tras esto, la siguiente sala, a oscuras y con diferentes pantallas, muestra la saga de principio a fin, en un buen resumen que recopila lo más importante de las películas. Y después... al Expreso de Hogwarts, que nos llevará al colegio de magia. 

Allí nos recibe la Dama Gorda, que cantando nos pide que esperemos hasta que rompa la copa. Mientras, sus compañeros de los cuadros nos miran expectantes por si queremos atravesar el arco que enmarca el lienzo. Así pasaríamos a la habitación de Harry y Ron, donde se encuentran algunos de sus objetos más preciados, como el mapa del merodeador o el huevo dorado de El cáliz de fuego.

Después podemos ver los trajes de Luna, Snape o Dolores Umbridge, así como objetos representativos de estos personajes, como El Quisquilloso, el libro de El príncipe mestizo o el despacho de la directora más odiosa que ha tenido Hogwarts. En el mismo espacio se encuentran las chillonas mandrágoras y el armario que alberga un boggart. Tras esto pasamos a la sala del Quidditch: trajes, escobas, aros para encestar los balones, trofeos...Dando paso a algo más oscuro: el Bosque Prohibido, con la cabaña de Hagrid como paso fronterizo.

Buckbeak, la cabeza del colacuerno y un centauro dan paso al área de las Artes Oscuras. El cementerio en el que resucita Voldemort, la prisión de Azkaban, los mortífagos y los Horrocruxes son, sin duda, la parte que más me gustó de la exposición. Está tan bien ambientada, tan oscura, que no se pueden hacer bien las fotos. Pero merece la pena ver las máscaras, las varitas y los objetos que guardaban pedazos del alma del Mago Tenebroso.

Tras esto pasamos a algo más
alegre: el Gran Comedor, al que precede la pared llena de normas absurdas de Umbridge y las banderas de cada casa. Las velas cuelgan del techo en una estancia que reúne los vestidos de el baile de Navidad, el cáliz de fuego, los dulces más icónicos de la saga, y lo mejor: Fawkes, Dobby y las reliquias de la muerte. Finalmente, la vestimenta que llevaron los tres protagonistas en la última película y la espada de Gryffindor nos despiden para dar paso al consumismo en la tienda de souvenirs.

Comentarios

  1. Yo tuve la suerte de ir después de Navidad y me ahorré a las familias con niños (bueno, es cierto que había niños y se suponía que tenían que estar en el cole...).

    Tengo que decir que me encantó, pero se me hizo muy corta, y tuve la sensación de que había muchas cosas en muy poco espacio. La sección de artes oscuras es la que más me gustó a mi también, y la que menos, el gran comedor, que en mi opinión, podían haberlo recreado un poco mejor (las vigas del techo se veían cuando querías sacar las fotos a las velas que flotaban, podían haber puesto las cuatro mesas...).

    Pero en general me gustó mucho, y tenía muchas ganas de verla. Eso sí, me fui con ganas de comprarme algo en la tienda al final...

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