Vaiana

Está claro que las princesas Disney con las que yo crecía no son con las que crecen los niños de ahora. Ese espíritu aventurero, rebelde, inquieto y curioso que ya se vio en Brave y Enredados, también lo refleja Vaiana (y Bella, y por eso era mi favorita). Desde luego, el mensaje de perseguir tus sueños y ambiciones sin importar lo que digan los demás está calando hondo en las nuevas películas de Disney. En este caso, su aliado es el mar y la cultura polinesia.

Vaiana (Moana en su versión original) es hija del jefe de la tribu de su isla, y siente una admiración por el mar alentada por su abuela, pero que sus padres no aprueban. Durante su juventud la han instruido para que se dedique a la isla y a sus habitantes, pero cuando éstos comienzan a quedarse sin alimentos, Vaiana decide salir en busca de una solución. 

En medio de su crisis existencial se encuentra la leyenda de Maui y Tefiti: el primero robó el corazón-piedra de dicha isla/diosa, pero pronto se encontró con un terrible monstruo de lava, Te Ka, que hizo que se separara de su anzuelo, el objeto que le da su poder y la habilidad de transformarse en otros animales. Vaiana encuentra esa piedra, pero para devolverla a su lugar y dar vida a su isla necesita la ayuda de Maui. Juntos se embarcarán (literalmente) en una aventura a través del océano, con un pollo que, sin venir a cuento, aporta cierto toque cómico de vez en cuando.

Sin duda lo que más me ha gustado de la película es el carácter de Vaiana y la importancia que se le da a la naturaleza. Desde luego (y con este calor) te dan ganas de darte un baño en ese océano tan cristalino. Sin embargo, la trama se me queda un poco corta, y la parte de los monstruos y el cangrejo cantarín me sobran (aunque creo que es una parte que le puede gustar mucho a los más pequeños), agradezco el mensaje de la película y que se haga un esfuerzo por explorar y mostrar otras culturas.