Las escalofriantes aventuras de Sabrina
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Las escalofriantes aventuras de Sabrina comienza cuando la protagonista está a punto de cumplir 16 años, una edad muy señalada en el mundo de las brujas, ya que significa que debe poner su nombre en el Libro de la Bestia (a.k.a El Diablo) para dedicar su vida y su alma al Señor Oscuro, y además renunciar a su vida como mortal y empezar las clases en un una academia para brujas y brujos.
Pero Sabrina quiere conservar la vida que tiene y se cuestiona porqué debe entregarse al Señor Oscuro, porqué debe renunciar a sus amigos y su novio y porqué no puede combinar ambas facetas de su vida: la que le viene por parte paterna, la mágica, y la materna, su vida como humana. Porque las brujas no son humanas, son algo más poderoso y tenebroso. No son las divertidas brujas que veíamos de pequeñas. Éstas realizan sacrificios humanos, hacen maleficios para intimidar a sus víctimas e incluso llegan a matar. Y Sabrina es demasiado buena como para empezar a cometer tales actos, especialmente si dañan a alguien. Porque si algo caracteriza a la joven es su voluntad por ayudar a los demás, y cuando se da cuenta de que con sus poderes puede hacer grandes cosas... éstas empiezan a torcerse.
Si algo nos han enseñado las historias a lo largo de distintas series y películas es que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Pero Sabrina parece no comprender esto, ya que se empeña en hacer todo lo posible para ayudar a quienes quiere, esté bien o mal. Y es en ese punto crítico cuando empieza a volverse más bruja que humana.
Lo que me gusta de ella es que se plantea las tradiciones que las brujas llevan haciendo décadas. A veces pretende cambiarlas y otras simplemente no participar en ellas. Pero el Señor Oscuro y el resto de miembros de su aquelarre no están dispuestos a permitírselo. Decepciona a su tía Zelda en varias ocasiones, que es más conservadora que su hermana Hilda. Y aquí también entra en juego Ambrose, el primo se Sabrina, del que por cierto nunca se explica su relación con la familia Spellman. ¿De dónde proviene este chico exactamente? Al parecer, hizo algo horrible en el pasado que le ha llevado a estar recluido durante años en casa, sin poder salir ni relacionarse con nadie más que con su familia.
Este peculiar personaje ayuda a Sabrina en varias ocasiones explicándole los secretos del mundo oscuro al que la joven no sabe si dedicarse por completo. Salem también logra salvarla en numerosas situaciones, porque no es el gato negro que conocemos. Aquí es un Familiar, un ser de la familia que ha quedado atrapado en el cuerpo de un animal y que debe ayudar al miembro de la familia al que esté asignado.
Durante los 10 capítulos de la serie el Señor Oscuro quiere captar a Sabrina, y para ello manda a su amante, que con el cuerpo de una de las profesoras de la protagonista logra acercarse a ella y llevarla por el camino tenebroso. Consigue que practique un exorcismo, que resucite a un muerto y muchas cosas más sin que Sabrina sea consciente de la influencia que ejerce en ella. La joven va acercándose más y más a lo que quiere El Diablo, hasta que llega a un punto de no retorno. Y es ahí donde (espero) arrancará la segunda temporada.
Para terminar, dos puntos a resaltar de Las escalofriantes aventuras de Sabrina es la constante estética de Halloween que tiene toda la serie (poco listos son los de Netflix, que la estrenaron justo esa semana). En ocasiones da miedo y hasta puede llegar a ser un poco gore, especialmente en dos escenas. Es turbia a veces porque así se supone que debe ser el mundo de las brujas: tenebroso, retorcido y malévolo. Y por supuesto, cómo no destacar a Kiernan Shipka, a la que ya conocíamos de Mad Men y que aquí es la Sabrina perfecta: mitad humana mitad bruja, dispuesta a ayudar a las personas que más quiere, valiente, feminista, rebelde y aventurera. ¿Se puede pedir más?