Aladdin

Lo mejor para enfrentarse a un remake de Disney es tener siempre bien presente que se trata de eso, de una película de Disney dirigida principalmente a los niños, y saber que de un momento a otro se van a poner a cantar, porque es inevitable, es su forma de ser y actuar y ahí reside su éxito y encanto. Es lo que debí pensar antes de ver Aladdin, porque los personajes reales me confundieron e hicieron creer que eso no iba a ser una película musical, sino un auténtico remake de una de las películas de mi infancia (que no de mis favoritas), aún con los cambios a favor de Jasmine.

Por eso, que a los tres minutos de empezar la película Aladdin ya esté cantando en el callejón y en el mercadillo en el que conoce de manera precipitada a la princesa, hacen que me quede un tanto descuadrada. Tanto, que no puedo evitar reírme de lo absurdo de la situación, más propio de una telenovela barata que de una superproducción de Disney. Y a pesar de ello, esa escena tan 'vulgar' no desmerece a lo que es la película en su conjunto.

La acción tarda en arrancar. Hasta que Aladdin llega a la Cueva de las Maravillas, encuentra la lámpara y al Genio, pasa un buen rato. Un largo rato que provoca que la película dure dos horas de manera innecesaria. Pero una vez aparece Will Smith en pantalla encarnando al Genio de la lámpara, la historia comienza a coger ritmo. Puede que, más que un secundario, sea el tercer protagonista de la trama, ya que el joven ladrón  -el que da nombre a la película- a veces pasa a un segundo plano para dejar paso al lucimiento de Genio y dar importancia a la princesa Jasmine, que por fin demuestra que las princesas tienen voz y voto y que no son solo el premio que ansía alcanzar el protagonista.

No obstante, lo que hace que Aladdin pierda fuerza es Jafar. Uno de los malos más malos de la historia de Disney queda reducido a la nada por culpa del actor que lo encarna, sin ningún tipo de rasgo de villano, y cuyo doblaje en español le quita toda la autoridad que debiera tener (ponerle la voz de Sheldon Cooper y Kylo Ren -otro mal villano- no le hace ningún favor). Sí que mejora Iago, el loro, que no resulta tan cargante como en la cinta de dibujos, y que creo que junto a Abu han sabido cómo encajar los animales de CGI en la película.

Pero lo mejor es, sin duda, Will Smith como el Genio y Naomi Scott como Jasmine. El primero tiene, como no podía ser de otra manera, los mejores números musicales, puro espectáculo y color. Y respecto a la segunda, estoy muy a favor de que se reinvente la historia de las princesas Disney para adaptarlas a la actualidad, que den buenos ejemplos de mujeres con poder, inteligencia y sabiduría, y que los muestren como reflejo de lo que pueden llegar a ser las espectadoras, que no vean silenciada su voz como muchas veces se ha hecho, tanto en la ficción como en la realidad.

En definitiva, buenos números musicales con grandes bailes y colorido, que sin embargo en algunas ocasiones tienen cierto tufillo a culebrón cutre, o tal vez a un cine de Bollywood que desconozco; un mal villano y una destacada importancia de la trama de la princesa muy positiva.

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