Cenicienta

Disney ha cogido de nuevo un cuento clásico y lo ha reinterpretado con actores de carne y hueso. El resultado es bueno, la ambientación y los trajes te transportan a un auténtico cuento, y la historia es la misma de siempre, aunque con algunos matices.

Cenicienta comienza con la pequeña Ella viviendo felizmente con su madre y su padre en la casa familiar. Pero la tristeza llegará pronto al hogar. Su padre traerá a la malvada madrastra y hermanastras que tratarán a la protagonista como a una criada. Pero ella, toda llena de valor y bondad, no replicará.

Esta es una de las cosas que, viéndolo desde otra perspectiva, me parece inconcebible ahora mismo. Aunque claro, esto es un cuento y la protagonista se caracteriza por su amabilidad. Pero de buena puede llegar a ser tonta, y tampoco es eso.

Aun así, Lily James es la perfecta Cenicienta. Robb Stark, perdón, Richard Madden, es el príncipe de la encantadora sonrisa y los ojos bonitos. Por lo menos, en esta versión no hay un simple amor a primera vista, sino una breve conversación que revela la personalidad de los protagonistas. Porque si hay algo que suele criticar de los cuentos de hadas es que con ver sólo una vez a una persona ya te enamoras, y eso no es así.

No hay que olvidar que es una película de Disney, de princesas, enfocada principalmente a un público infantil, y que por tanto la magia no puede faltar. La escena del hada madrina es una de mis favoritas. La ambientación del baile es maravillosa. Y la mezcla entre la versión clásica de Disney y Por siempre jamás (a la que a mí me recordaba a veces) funciona muy bien.

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