Museo Arqueológico Nacional

Acercar los museos al público joven es el objetivo de Museo Joven, una iniciativa del Ministerio de Cultura y Deporte junto con Carné Joven de la Comunidad de Madrid, que el pasado 30 de junio permitió, durante un día entero, la entrada gratuita a los menores de 30 años a distintos museos de la capital. Mi elección fue el Museo Arqueológico Nacional y el Museo Sorolla, y quedé fascinada con ambos, pero especialmente con el primero.

Tras años de remodelación, en 2014 el MAN volvió a abrir sus puertas al público. Es una visita que a la que hay que dedicar tiempo y paciencia, ya que se compone de tres plantas y una entreplanta, todas repletas de historia cuyos objetos y explicaciones requieren de una mañana o una tarde completa para poder apreciarlo realmente.

Nada más entrar a la exposición nos encontramos con dos pantallas enormes, una a cada lado de una sala oscura, que nos relatan los acontecimientos más importantes de las distintas épocas, y los descubrimientos e inventos que el ser humano ha llevado a cabo a lo largo de los siglos. De este modo, puedes observar toda la historia de la humanidad en las decenas de las pequeñas pantallas que conforman este espacio. Un poco más adelante nos adentramos concretamente en España y en cómo han ido ocupando los territorios las diferentes sociedades que han poblado nuestro territorio.

Comenzamos, como no podía ser de otra manera, por la Prehistoria. La sala 0 está repleta de artilugios, armas, huesos, pinturas en rocas o fósiles. Esta primera mirada al origen de la humanidad es especialmente llamativa, ya que a medida que vas avanzando por las distintas vitrinas vas observando, casi palpando, la evolución de la especie humana. Es realmente interesante observar, por ejemplo, cómo evolucionan las armas, los recipientes o las formas en las que se organizaban socialmente.

Una planta más arriba nos encontramos con la Protohistoria, que contiene objetos de las poblaciones ibérica, púnica y celta. Es en este apartado donde se ubica la famosa Dama de Elche, que gracias a la vitrina en la que se encuentra postrada, se puede observar desde todos los ángulos posibles. Mientras avanzamos por la planta -y por la historia- llegamos a la Hispania romana. Mosaicos, bustos y recipientes fúnebres caracterizan este espacio (uno de mis favoritos). Es impresionante ver cómo están conservados esos mosaicos de medidas imposibles. 


Más adelante encontramos el paso de los visigodos por la Península para dar paso posteriormente al mundo medieval. En este periodo, la cultura islámica y la cristiana conviven en el mismo territorio, dejando unas muestras arquitectónicas de gran contraste y complejidad. En esta última planta avanzamos hasta la Edad Moderna, con los Asturias y Borbones alternándose el trono en España. En este espacio también se detalla cómo Isabel II creó el Museo en el año 1867. 


Tras esto, dejamos a España de lado para conocer la cultura e historia de Mesopotamia y Egipto. Los sarcógafos y los objetos funerarios llenan la sala, que da a parar a Grecia. Las vasijas de cerámica que cuentan relatos mitológicos permiten acercarse a la sociedad griega en este último espacio del recorrido. Toda una aventura por la Historia más que recomendable, con un aspecto renovado, tecnológico y digital, que crean una experiencia única. 


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