Érase una vez en...Hollywood

El título de la nueva película de Tarantino ya debería indicarnos que lo que vamos a ver se trata precisamente de eso: de un cuento, una fábula. A pesar de que está ambientada en cierta época donde aconteció cierto suceso, esto no quiere decir que la cinta sea un fiel reflejo de la realidad. No obstante, sus protagonistas sí que sufren los dramas por los que pasan los actores a medida que se van haciendo mayores y que, en algunos casos, se han visto encasillados en ciertos papeles.


De este modo nos encontramos en Hollywood en los años 60, con el actor Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) intentando encauzar su carrera profesional, acompañado de su doble y amigo/chico para los recados Cliff Booth (Brad Pitt). Ya solo con ver a estos dos juntos en la gran pantalla merece la pena ir a ver Érase una vez...porque ambos hacen unos papelones. La historia de ambos no llega a cruzarse del todo con la de Sharon Tate (Margot Robbie), excepto por el hecho de que Dalton y ella son vecinos. A pesar de eso, la historia no deja de girar entorno a ella, de un modo u otro.

Así, durante dos horas y media en la que la trama avanza de manera lenta, con recuerdos de uno y otro flotando en el aire, dejando ver tiempos anteriores -y tal vez mejores-, el actor y su doble consiguen un nuevo trabajo, aunque Pitt no salga tan favorecido. Sin embargo, él tiene su propia trama, que le lleva a encontrarse con los futuros asesinos de la actriz.

Esta idea no deja de rondarme la cabeza durante toda la película, ya que todos los medios han insistido una y otra vez que la nueva película de Tarantino se ambienta durante los asesinatos de Sharon Tate y compañía a manos de la familia Manson. Y aunque pueda parecer que es el pretexto de la película, lo cierto es que no es del todo así. Lo que ha hecho Tarantino en Érase una vez es un homenaje al cine que le apasiona. Ha hecho cine dentro del cine. Se ha trasladado a una época en la que le hubiera gustado vivir y la ha hecho suya, contando su propia realidad, como él hubiera querido que fuera. Al fin y al cabo, todo esto es un relato ficticio, ¿no?

Pero ver a Tarantino implica que va a ver violencia en algún momento, y muy probablemente hacia el final. Por eso, cuando llega la última escena temo que se convierta en algo que no quiero ver. No obstante, se trata de una fábula, y en estas suelen reinar los finales felices. Y eso es lo que nos da el director, que ha hecho una película alejada de su estilo y sin embargo muy fiel a sí mismo.


Comentarios

Post populares

El color en La La Land: las emociones de Mia a través de su vestuario

Whiplash

Gabinetes vs. periodistas