Una vida a lo grande

¿Qué pasaría si la solución a los problemas de gestión de recursos, generación de residuos y contaminación pasara por hacerse pequeño? Este es el planteamiento inicial de Una vida a lo grande, una comedia dramática de ciencia ficción protagonizada por Matt Damon que pone de relieve uno de los retos actuales de la humanidad: ser capaces de mantener la Tierra pero viviendo a tamaño reducido.


La idea de la película es original en cuanto a su manera de tratar una problemática real a través de la comedia. A nadie le extraña que científicos sean capaces de hacer minúsculas a personas, animales, plantas y objetos. Como cualquier gran cambio, tiene sus detractores pero también a quienes poco a poco lo ven como una solución a sus vidas, que no para el planeta. No podía ser de otra manera. Hacerse pequeño no resuelve las desigualdades sociales: sigue habiendo pobres y ricos, y sigue habiendo personas que utilizan un gran descubrimiento para perjudicar a otros.

El ideal, por tanto, me gusta. Sin embargo, a medida que avanza la película y el protagonista se topa con una mujer a la que se ve obligado a ayudar, la trama gira más entorno a lo que a él en realidad debería importarle, es decir, a menor escala en un barrio desfavorecido que continúa con los mismos problemas de siempre, en lugar de pensar a gran escala para colaborar a salvar el mundo.

No obstante, la combinación de drama y comedia, sumado a la originalidad de la historia, juegan a su favor. Le resta la incursión de la trama de amor porque apenas encaja y hace que se desvíe de su objetivo principal. Pensaba que iba a ser una película más bien de humor absurdo y para nada resulta ser así, lo que es una sorpresa.




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