Museo de Bellas Artes de Bilbao de la A a la Z
Como no podía ser de otra manera, la exposición comienza con la palabra Arte, en una sala en la que se encuentran las primeras expresiones artísticas de la historia: los dibujos que hacían los primeros humanos en los huesos. Seguidamente pasamos a Bilbao mediante cuadros que reflejan la ciudad hace décadas, diferente a la que existe actualmente pero fácilmente reconocible. De aquí pasamos a Ciudadano con un conjunto de bustos que pretenden reflejar la variedad de personas que conforman la sociedad a través de cabezas de hombres y mujeres con distintas expresiones.
Deseo, Espejo, Friendship, Gruta, Heriotza (muerte) o Iron son otras de las salas que llevan hasta Japón, sin duda una de las más interesantes por los objetos que alberga, y que cuenta con uno de los cuadros Totoya Hokkei: Mujer con taza para sake bajo los cerezos en flor. De Letra pasamos a la Lluvia de Bilbao con sus característicos paraguas negros, enormes, pintados por Juan Carlos Eguillor. De ahí cómo no, a la M de madre y a la N de negro. El multicolor de Ñabar es también uno de mis favoritos, pero sin duda la más impactante es la sala de Retrato. Una multitud de ellas llenan las paredes: distintas épocas, distintas personas, pero casi siempre la misma pose, la misma intención de querer capturar la esencia de alguien.
De ahí pasamos al Sueño y a las diferentes combinaciones de sonidos que se hacen en euskera con la T: TS, TX o TZ, para llegar al azul con Urdin, a la Vida y a la guerra con War. La X en este caso se interpreta como una cruz o una intersección que hace la propia letra. Finalmente llegamos al Yo con los autores que se retratan a sí mismos y al puente con Zubi. Un puente que representa el punto de encuentro entre la ciudad y el arte que la captura.