Bodyguard

El nuevo guardaespaldas de la Ministra de Interior británica debe protegerla de toda amenaza, incluido de sí mismo. Ella es la causante de que fuera a la guerra y de que volviera convertido en una persona totalmente distinta. Un planteamiento que parecía interesante y dotado de sentido en los dos primeros capítulos, pero que luego se difumina al entrar en juego el terrorismo islámico y los ataques a la política, lo que provoca un cambio brusco en la actitud del protagonista. Pese a ello, el papel de Richard Madden es impecable. La pulcritud y seriedad con la que realiza su trabajo -tanto como guardaespaldas como interpretándolo- demuestran que se merecía ganar ese Globo de Oro.

Bodyguard comienza fuerte, muy fuerte, con el posible ataque terrorista a un tren de pasajeros, entre los que se encuentra el veterano David Budd, que gracias a su intervención logra salvar la situación. Esto provoca que le nombren guardaespaldas de la Ministra, que representa todo aquello que odia. Sin embargo, como buen profesional que es se entregará a la tarea en cuerpo y alma.

No obstante, la serie cuenta con altibajos, aunque afortunadamente luego mejora. El tema de la política británica y el terrorismo islámico no lo había visto tratado en la ficción de la manera en la que lo hace esta serie, y además logra hacerlo bien. En ocasiones despista al espectador tanto como lo está el sargento cuando se pone a investigar. Demasiados frentes abiertos, entramados políticos y personajes que, en su versión original, son difíciles de seguir. Sin embargo, los giros de guión te mantienen enganchado capítulo tras capítulo.

Aún así, en general me ha gustado. especialmente y gracias a Madden, que borda su papel hasta el final (el último capítulo es pura tensión y adrenalina). No es una serie memorable pero sí recomendable para hacer un maratón y estar entretenido. Eso sí, requiere mucha atención para seguir las tramas, así que más vale verla con los ojos y oídos bien abiertos.

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