Her

Her no es sólo la historia de cómo un hombre se enamora de la voz de una máquina. Es una de esas películas que te hace reflexionar y pensar acerca de la vida que llevas. A mí por lo menos me pasó eso mientras veía la película. Sentía un poco de pena por el protagonista, pero a la vez le entendía. Me resultó una película interesante y original, y no muy lejana de la actualidad.

Theodore se ha separado hace un año de su mujer. Aún no han firmado los papeles de divorcio porque a él le gusta estar casado. Trabaja en una empresa que escribe cartas a otras personas (él habla en voz alta y un ordenador las escribe como si fueran a mano. Muy extraño e impersonal).

Un día decide comprarse el último sistema operativo de inteligencia artificial (aunque bajo mi punto de vista también sería emoción artificial). Este sistema se convertirá en Samantha, una voz con la que hablará noche y día y que le ayudará a organizar su vida. Casi sin darse cuenta, está enamorado y mantiene una relación con un ordenador.

Lo que me preguntaba yo durante la película es en qué momento el protagonista se olvida de que está hablando con una máquina. Es un sistema que está programado para evolucionar según las experiencias que vive con Theodore, pero no es real. No hay una persona a la que asociar esa voz femenina. Me da pena el protagonista porque aunque Samantha le haga compañía, en la vida real sigue estando solo. Aunque sus sentimientos sean reales, los de ella no pueden existir.

En resumidas cuentas, me gustó la historia porque me parece que le da un enfoque original a la tecnología del futuro. También porque te hace reflexionar sobre lo conectados que estamos a estos aparatos tecnológicos, y cómo cada vez más dependemos de ellos para todos. Esperemos no llegar al punto de mantener relaciones amorosas con las máquinas.

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