Dunkerque

Con sus espectaculares escenas de acción, planos aéreos y ese manejo del tiempo tan particular, Christopher Nolan regresa a la gran pantalla con Dunkerque, película en la que narra un episodio de la Segunda Guerra Mundial en el que cientos de pequeños barcos lograron salvar la vida de miles de soldados británicos que estaban atrapados en la ciudad francesa de Dunkerque. Una brillante banda sonora llena de tensión la poco más de hora y media que dura la película, dividida en tres focos y espacios temporales.

Porque si hay una cosa que distingue a Nolan de los demás es las vueltas que le da al tema del tiempo. La trama no sucede de manera lineal, sino que cada historia sucede en un tiempo diferente (un día, una semana), y finalmente todas confluyen en el mismo punto de una manera espectacular.

Así, de una parte tenemos a un grupo de jóvenes soldados que tienen que luchar por sobrevivir en la playa en la que están recluidos. De otra está un gran piloto encarnado por Tom Hardy que se enfrenta a los alemanes desde el aire, y que nos deja unas maravillosas vistas aéreas. Y por último se encuentra un marinero que, acompañado de su hijo, decide participar en el rescate de los soldados con su propio barco. 

Cada una de ellas va sucediendo en un tiempo distinto, pero intercalando una historia y otra en la gran pantalla, lo que además de crear cierta confusión, resulta un uso del tiempo y del espacio muy inteligente. Y es que al final de la película, todas las tramas coinciden de una manera casi perfecta: los soldados son rescatados por el barco del marinero, y el piloto lleva a cabo una última gran hazaña.

Todo ello acompañado de una genial banda sonora y unos planos sensacionales, especialmente desde el aire, que dejan ver la playa entera y las batallas en y sobre el mar. La tensión que rodea toda la trama hace que no pierdas el hilo de la historia en ningún momento, pues no sabes cuál va ser el destino de los soldados protagonistas. Y al final, te vas con la sensación de haber visto una gran película.




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