Los libros en papel no desaparecerán

Según los datos del Anuario de Estadísticas Culturales de  2013, en el año 2012 descendieron el número de libros que se inscribieron en ISBN (el identificador comercial de los libros) hasta un 6,4% interanual. A pesar de ello, el soporte en papel es el que más se sigue editando, un 76,5% del total de inscritos. Sin embargo, es importante señalar el incremento del 1,6% que supone la edición en otros soportes, como son los libros electrónicos, que continúan subiendo en consumo. Es significativo el salto que dio este sector en los años 2008 y 2009, pasando de 8.700 ejemplares a más de 13.000.


Llama también la atención que la gran parte de los libros inscritos son especializados en Ciencias Sociales y Humanidades (31%), mientras que los de creación literaria suponen casi el 21%. Los libros infantiles y juveniles representan el 11% del total de libros inscritos. Es significativo que en los años 2003, 2005 y 2008 se inscribieron 2.000 ejemplares más que en los años anteriores.

Hay motivos para el aumento de libros juveniles en determinados años. Según un informe del Ministerio de Educación y Cultura del año 2010 en esa década proliferaron los libros del género fantástico, que atrajeron a lectores jóvenes por historias como Crepúsculo o Memorias de Idhún de Laura Gallego.

Por otro lado, los editores privados son los grandes productores de libros, aunque sus publicaciones han descendido hasta niveles de 2008 (el comienzo de la crisis). Los editores públicos apenas llegan a los 8.000 ejemplares, mientras que los privados están cerca de los 97.000.

Comentario personal


Tal y como puede observarse en los datos, los libros en papel nunca van a desaparecer. Aunque haya descendido el número de libros inscritos en el ISBN eso no tiene que suponer necesariamente un descenso de los lectores. A pesar de que las ediciones en papel sean menores, el aumento de libros en otro formato está siendo lento. Personalmente me seguiré decantando por leer libros en el formato tradicional, aunque sea más caro, pero es mucho más personal. El e-book no permite pasar las páginas ni, bajo mi punto de vista, sumergirte tanto en la historia. Es frío e impersonal. Habrá que observar también las preferencias de los lectores en cuanto al formato, y no sólo los libros inscritos en el ISBN.

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